miércoles, 22 de marzo de 2017

V/VI (Sebastián Defranchesco)

V.

El atardecer despertó lentamente
no apareciendo en los mapas

con una bandada de aves negras
una ve que conmovió –lo noté en su mirada –
como la sombra amenazante de las alas de un palomo

reamenazándole el pico
advirtiendo a los pichones que de repente no se vuela más.

Lo verifica en el suelo,
y a través de su ventana:

Las copas del parque
a unas diez cuadras y dos pisos distantes de él
no son la Sierra de Las Ánimas
- y la ve en sus ojos,
a esa altura, como un frío testigo.

VI.

El mareo, el vómito, las luces bajas del centro levitándole entrecejas,
el parto, la cría,
la duplica del llanto mudo hasta la náusea sobre el cristal de un acuario
a esas horas azules, violáceas.

Dicha presión – extraña alegría dije que vi –
no fue más que un cálculo en un rebaño lujoso.

Luego la cuenta y no se la cree

¿La posta?
Para nada bien o recta ha sido su caída

una especie agridulce con la guarnición en vano
así nomás, a cuero limpio
en un mano a mano fatídico y homicida.


Sebastián Defranchesco. 2017.

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