N.
de la R.
No
es el fósil de un papel en llamas;
los
aquí mecanografiados son espacios en blanco,
pájaros muertos de aire
liquidados
como
en un tiro al pato;
unos sobre otros
entre el impulso de la
pasión
y el seco latigazo del tipo
entintando.
Es la trinchera vista
cenital
¿el frente de un árbol? Así,
de fojas cero
digitado
por una sombra pesada
que huye extensa por esta
nieve,
pues aunque hoplita por
fuera
por dentro siempre se es
cita[1],
una nota al pie en retirada.
Por aquella querella
ausente,
pregunta a pregunta el muro insatisfecho,
pregunta a pregunta el muro insatisfecho,
el bardo frente a su placa
de tórax
- antes que nada, un esteta
del vuelo –
que obró su loco seno
barricada
lapidando helvéticamente
coches fúnebres con palomas.
Manicura
Se
mira las manos,
las
gira
boca
arriba las palmas
a
través del aire y hacia los ojos
calla
o pide la voz
dibujando
en el trayecto una boca
o
un epitafio sobre el agua.
Se
vino la mano,
el
aljibe, el rosedal,
y
ante ella lo viril
actuó
sabiéndose a sus pies.
Dejarse
ganar, pensó,
y
ambos rieron.
Y
de aquel eco a los puños
flacos
con
rabia vencida
ya
vieja, ya sola
amasando
un miedo casto
o
un pañuelo
o
las cuentas de un rosario.
¿Qué
hacer con todo eso?
Dejarse
ganar, pensó,
y
casi sonríe.
Sebastián Defranchesco (Editorial Raíz Alternativa, 2014).
Arquitectura
II
El
miedo es un gran arquitecto
a
él le debemos este no en balde, amor, mi vida,
entre
otras cosas
que
aunque pretenciosas y ridículas
como
el mundo de un ciego
tienen
la ingenua belleza
de
un rayo rupestre.
Déjalo
obrar al buen ingeniero
repartiendo
la carga,
cosita,
¿la
sientes?
Tú
que yendo te me estás
para
chute
para
páramo
para
un grito manuscrito.
Sino
pensá lo que sería
que
el corazón se te vuelva añicos
en
un sentido no figurado.
Sebastián Defranchesco (Editorial Raíz Alternativa, 2014).
Brindis
Hacerse
la idea de lo que resta
entre
lo que es y lo que pudo haber sido
y
que duela
pero
que duela como un parto.
Así
valdrá la pena la misma
que
no volvamos a vernos
que
nos hayamos matado
todo
este tiempo.
Por
sobre eso que viene contigo
un
puente y dos manos.
Y
pudo haber sido cualquiera
esa
tarde, inútil aquí decirlo
donde
aún no se hace la luz
ni
en vano se quiere haber soñado.
Sebastián Defranchesco (Editorial Raíz Alternativa, 2014).
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