Todas las aguas de manos idas
En
entornos de recortes de azar
Y caballos marcados
con cuchillos
Son propia muerte y
bálsamos nucleares;
Un blanco en negro en
cada conciencia.
Lo social hace juego en
espina salvaje:
Literalmente o no,
devoramos hijos
Trayendo al chiste
pechos para autopsias.
Y nos une el espanto por
el propio espanto;
No somos clavadistas en
sombras de otros.
Uno y sólo uno, el
malestar subjetivo,
Esa queja de radio a
puertas adentro,
Será la ficción en
grillas del futuro
O telas expuestas de
arte degenerado.
(Sebastián Defranchesco, 2012) (Impresiones sobre la Tragedia de Once).